Una periodista cuestiona la imagen desvirtuada de las porristas en el fútbol americano. Siente que estas muchachas alientan a que las personas juzquen a las mujeres solamente por su apariencia.
Con ojos de mujer
ALEJANDRA ILLANES
PERIODISTA
Ojos brillantes, dientes blancos brillantes, mucho cabello y pechos apenas cubiertos, éstas son las mujeres cuyas caderas giratorias dan un toque de glamour a las canchas de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL por sus siglas en inglés) desde Nueva Inglaterra hasta California.
La antítesis de los hombres a los que apoyan desde las líneas de banda, las porristas son el postre que se sirve junto con el rib-eye de la NFL.
“Es entretenimiento, es Hollywood, es espectáculo”, dijo a CNN, Joanne Gerstner, una ex presidenta de la Asociación de Mujeres en Medios Deportivos de Estados Unidos.
La naturaleza de la interrupción en el fútbol americano —hay muchos descansos en el partido con juegos que duran hasta tres horas— ofrece la oportunidad de que estas chicas con pompones ayuden a mantener los ojos de los fanáticos en la cancha.
“Creo que es el sueño de todas, si eres bailarina, seguir esa pasión a un nivel profesional”, dijo Missy Mooty, una integrante de 26 años de las Porristas de los Vikingos de Minnesota.
“Éste es el momento de mi vida que funcionó, resultó ser un sueño que se volvió realidad, así que fue un gran avance en mi carrera de bailarina”.
Mooty y su compañera Kaylee Munson reciben un salario de los Vikingos, pero no lo suficiente para ganarse la vida, lo que significa que ser porrista se combina con una carrera, estudios de tiempo completo o se equilibra con responsabilidades familiares.
EL ORIGEN
Las porristas llegaron por primera vez a la NFL en 1954, cuando fueron presentadas por los Potros de Baltimore como parte de la banda de marcha del equipo. El espectáculo creció y ahora la mayoría de las franquicias de la NFL se verían incompletas sin las porristas; 26 de las 32 franquicias actuales de la NFL tienen porristas.
Munson y Mooty han bailado toda su vida. “Siempre bailé al crecer, así que pensé que quizá lo intentaría para que los Vikingos expandieran mi carrera de bailarina”, dijo Munson. “Así que lo intenté, hice pruebas y terminé mi primer año, algo muy emocionante”.
El escaso vestuario que se le pide usar a una porrista es fácil para dos mujeres con antecedentes en el baile que trabajan duro para esculpir y tonificar sus cuerpos. “En la cultura del mundo del baile, eso es solo el uniforme”, dijo Mooty.
CERCA DEL LÍMITE
Pero un punto de vista más duro de la industria de las porristas es que las mujeres que bailan en los márgenes del deporte competitivo son eco de una época de sexismo y misoginia. “Cuando toda la esencia de tu trabajo básicamente es pasear con un bikini diminuto y una parte de arriba pequeña, de alguna forma socava el resto de tu argumento de que eres una persona completa”, dijo Gerstner, quien también es profesora de Medios y Deportes en la Universidad de Michigan en EEUU.
Un video lanzado por las porristas de los Delfines de Miami en el que se mostraba a las mujeres en bikinis bailando la canción Blurred Lines de Robin Thicke con la mascota “TD” del equipo sin duda respalda el punto de vista de Gerstner. “Es casi como en París, cuando las bailarinas hacían el cancán mientras la guillotina bajaba”, añadió Gerstner, quien ve el ser porritas algo así como convertir en accesorios a las mujeres.
“Las porristas tienen una larga tradición en la mayoría de los deportes estadounidenses tanto a nivel profesional como amateur”, dijo a CNN el director de comunicaciones de la NFL, David Tossell. “Las porristas son parte de la cultura del fútbol americano desde las ligas juveniles hasta la NFL y son parte de la experiencia en el partido para nuestros aficionados”.
La pregunta sobre si esa cultura es una que degrada a las mujeres se cierne sobre porristas como Mooty y Munson. Hay muchos estereotipos negativos alrededor de las porristas, pero Mooty disfruta desafiar las preconcepciones de las personas.
“Si las porristas son necesarias, ¿por qué no hay porristas para los deportes de mujeres?”, se pregunta Gerstner.
Otro dato
La preocupación
Aunque se cuida la integridad de las porristas, y eso es incuestionable, Joanne Gerstner todavía siente que estas muchachas alientan a que las personas juzguen a las mujeres solamente por su apariencia.
“Si las porristas son necesarias, ¿por qué no hay porristas para los deportes femeninos?
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