"Disparen", dijo el gerente general de los Medias Rojas de Boston Theo Epstein a los reporteros al inicio su conferencia de cierre de temporada. Y luego, dado que sabe cómo son las cosas en Boston cuando un equipo no cumple con las altas expectativas, agregó "no literalmente".
Un día después de que los Medias Rojas completaron un colapso sin precedentes en septiembre, Epstein dijo el jueves a los reporteros en un sombrío y casi desierto Fenway Park que la organización entera comparte la culpa por estropear una ventaja de nueve partidos en 25 días y prometió su completo esfuerzo por saber qué salió mal.
"En conclusión, fracasamos. Y tanto dueños como aficionados merecen algo mejor y tenemos que resolverlo", dijo Epstein. "Vamos mirarnos al espejo y ver si somos quienes debemos arreglarlo".
Los Medias Rojas encabezaron la División Este de la Liga Americana la mayor parte de la temporada y hasta la mañana del 9 de septiembre llevaban una ventaja de nueve partidos sobre los Rays de Tampa Bay en la competencia por el comodín. Pero Boston tuvo una foja de 7-20 en septiembre para desaprovechar la ventaja y perderse por completo los playoffs, un colapso que se concretó cuando el cerrador Jonathan Papelbon arruinó la ventaja de una carrera a un strike del final ante Baltimore el miércoles y los Orioles ganaron 4-3.
Minutos después, los Rays completaron su regreso de un déficit de 7-0 ante los Yanquis de Nueva York y aseguraron el comodín.
"Un día muy calmado en Boston después del terrible, terrible mes para los aficionados. Noche tras noche vinieron y nos apoyaron. Lluvia, calles en calma", escribió en Twitter John Henry, dueño de los Medias Rojas.
"Felicitaciones a todo el equipo de Tampa Bay por el milagroso, pero bien ganado pasaporte a la postemporada".
Los Medias Rojas perdieron sus primeros seis partidos y comenzaron la campaña con una foja de 2-10, pero se volvieron los mejores de la liga y lograron una foja de 81-42 desde entonces hasta el 31 de agosto para tomar una cómoda ventaja en la carrera por los playoffs.
Mientras el equipo se desvanecía lentamente, los jugadores insistieron en que se saldrían del bache a tiempo, pero Epstein y el manager Terry Francona reconocieron el jueves que vieron señales de problemas.
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