Ni la lluvia ni la escasa asistencia pudieron apagar el ánimo de los familiares de tres pioneros de las Grandes Ligas, que ingresaron el domingo de manera póstuma en el Salón de la Fama.
En un día nublado y lluvioso, se rindió homenaje a Jacob Rupert Jr., Hank O'Day y James "Deacon" White, como nuevos miembros del recinto de Cooperstown. Los tres fallecieron hace más de siete décadas.
"Éste es un día que recordaremos por el resto de nuestras vidas", dijo Jerry Watkins, bisnieto de White y uno de los 50 parientes de los homenajeados que asistieron a la ceremonia. "Mi mente me dice que la única forma en que esto pudo ser mejor es si mi papa estuviera aquí para verlo. Mi padre amaba a su abuelo, amaba el béisbol y amaba a los Cachorros de Chicago. Durante toda su vida, su sueño fue que su abuelo llegara al Salón de la Fama y que los Cachorros jugaran la Serie Mundial. Papá, hoy se logró una de estas cosas".
White, quien jugaba como receptor sin manopla, fue uno de los primeros astros de las mayores. De hecho, fue el primer bateador en el primer juego profesional, el 4 de mayo de 1871, y conectó un doblete.
Ruppert nació en Manhattan, en 1867, y se desempeñó durante cuatro periodos en el Congreso, de 1899 a 1907. Interesado en el béisbol desde niño, Ruppert compró los Yanquis antes de la campaña de 1915, en 480.000 dólares, y luego transformó a un club intrascendente en una potencia de la Liga Americana.
Contrató a Miller Huggins como manager, a Ed Barrow como gerente general y a Babe Ruth en la famosa operación de 1919 con los Medias Rojas de Boston, que cambió la historia del béisbol.
Asimismo, construyó el Yankee Stadium en 1923.
O' Day nació en el área rural de Chicago en 1859, jugó pelota desde niño y trabajó arreglando calderas, además de ser pitcher para diversos equipos locales. Se convirtió en profesional en 1884, pero tuvo que retirarse después de siete años debido a lesiones en su brazo y en 1895 fue contratado como umpire debido a su eficiencia.
Por apenas segunda vez en 42 años, los escritores de béisbol no eligieron a nadie al Salón de la Fama, con lo que enviaron el mensaje claro de que las estrellas de la era de los esteroides (entre los que están Barry Bonds, el dominicano Sammy Sosa y Roger Clemens, quien recibió muy pocos votos en su primer año de elegibilidad) serán juzgadas con criterios más estrictos.
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