Con otra actuación superlativa, LeBron James guió al Miami Heat a su segunda corona consecutiva en la NBA, tras vencer 95-88 a los San Antonio Spurs en el séptimo partido de la Final.
LeBron estuvo sencillamente indescifrable para la defensa de San Antonio, a la que castigó sin misericordia, tanto desde la pintura, como de la línea de tres puntos.
James anotó 37 unidades, 15 de ellas gracias a cinco triples, además de tener noche perfecta en tiros libres, de 8-8.
También capturó 12 rebotes bajo los tableros y apenas descansó tres minutos de los 48 reglamentarios.
Con justicia, James fue nombrado Jugador Más Valioso de la Final, sumando este premio al que obtuvo durante la temporada regular.
El complemento perfecto de LeBron fue, por donde quiera que se le mire, sorpresivo.
Shane Battier, inefectivo a lo largo de toda la postemporada, al extremo de que en algunos partidos ni siquiera salió a jugar, lo dejó todo para el final, con seis triples que le valieron para 18 puntos.
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