Cuando LeBron James firmó en el 2010 para jugar con el Miami Heat, prometió ganar no uno, ni dos, sino varios campeonatos de la NBA.
Lo que depare el futuro es impredecible, pero por lo pronto, ya los dos primeros desde que llegó hace tres años están en la bolsa del gran jugador.
"Se siente fenomenal. Este equipo es increíble y la visión que tuve cuando decidí venir se está haciendo realidad. Hemos sido capaces de sobreponernos a las adversidades, de perseverar y ganar dos campeonatos seguidos. Es un sentimiento inexplicable. Estoy feliz de formar parte de esta organización de primera clase", dijo el jugador más valioso de la Final.
Este duelo ante San Antonio tenía sabor de revancha para James, quien perdió por barrida de 4-0 ante los Spurs la Final del 2007, cuando entonces jugaba para los Cleveland Cavaliers.
"Yo lo dije antes de empezar la serie. Hoy soy mejor jugador de lo que era la última vez que enfrenté a los Spurs. Y lo que he dicho otras veces, que el trabajo duro rinde frutos, es una sentencia que esta noche se hizo realidad", señaló.
Para Dwyane Wade, entretanto, fue su tercer título, pues ya estaba con el Heat cuando Miami ganó su primera corona en el 2006.
"Tres. Hoy mi nombre es Tres, no Dwyane", dijo un emocionado Wade, quien antes de celebrar con sus compañeros tras el pitazo final, fue a saludar a Tim Duncan.
"Ante todo, déjame decirte que Tim es uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos y para mí es un honor haber tenido esta batalla en su contra. Sólo quería agradecerle por haber sido tan buen competidor", dijo con la humildad y benevolencia de los ganadores.
Y luego de tener una postemporada miserable, Shane Battier se convirtió en uno de los sorpresivos héroes del séptimo partido, con sus seis triples en ocho intentos, válidos para 18 puntos.
"Fueron los dioses del baloncesto. Yo creo en los dioses del baloncesto y creo que esos dioses me debían este gran momento", explicó Battier.
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