lunes, 19 de junio de 2017

Así se construyeron los Warriors



Tal y como reza el dicho popular ‘Roma no se construyó en un día’ y un equipo campeón no se hace de la noche a la mañana.

Y mucho menos en la NBA, la mejor liga de baloncesto del mundo, donde cualquier operación tiene una enorme transcendencia y el camino para confeccionar una plantilla ganadora está llena de aciertos y, cómo no, de algún que otro error.

Para completar el ‘círculo’ y confeccionar la plantilla que les ha llevado hasta el anillo en este 2017, los Golden State Warriors han tardado, ni más ni menos, que ¡8 temporadas!

Llegados a este punto, también conviene recordar que Golden State ya se proclamó campeón de la NBA en la 2014/15, con varios jugadores que fueron importantes en la consecución del título pero que ya no forman parte de la plantilla actual, como Harrison Barnes, Andrew Bogut, Leandro Barbosa, Festus Ezeli, Brandon Rush o Marresse Speights.

Así pues, el mérito de los actuales Warriors es doble: crear un equipo campeón, perder unas Finales de la NBA, y saberse reinventar para volver a ganar al año siguiente, conservando sus piezas más importantes.

Curry, el primer eslabón

La primera piedra de este equipo campeón la pusieron en el Draft de 2009, cuando eligieron con el nº7 a un tal Stephen Curry, más conocido por entonces por destacar como anotador en una pequeña universidad (Davidson) y, sobretodo, por ser el hijo de Dell Curry, exjugador de la NBA en la década de los 90.

También era hijo de un exjugador de la NBA el segundo eslabón de la cadena: Klay Thompson, hijo de Mychal Thompson (ex Blazers y Lakers y todo un nº1 del Draft de 1978), escogido en el nº11 del Draft de 2011.

Al año siguiente, los Warriors siguieron mostrando un gran ojo para captar talento al escoger a Draymond Green en el nº35 del Draft de 2012. El trío más decisivo para la franquicia en el último lustro, ya estaba en la Bahía de Oakland. Las bases, pues, ya estaban puestas.

Las dos siguientes piezas fundamentales para entender los éxitos de Golden State no llegaron a través del draft, sino a través de un traspaso (Andre Iguodala, en la 13/14) y de la ‘agencia libre’ (Shaun Livingston, en la 14/15).

Aunque si un elemento ha resultado decisivo para entender a los actuales Warriors, este es, sin duda, Steve Kerr, entrenador y principal ‘culpable’ del juego vistoso, alegre y muy ofensivo que practican los de la Bahía de Oakland, y que se hizo cargo del banquillo de Golden State a principios de la 2014/15.

Llega Durant y, de nuevo, campeones

Con esta base, se consiguió el anillo en 2015. Pero tras perder ante Cleveland la temporada pasada, se necesitaba un golpe de efecto. Y éste llegó (vaya si llegó) con nombre y apellido: Kevin Durant, uno de los mejores jugadores de la NBA y que completaría uno de los mejores quintetos titulares de la historia de la liga.

Pero la llegada de Durant provocó muchas bajas (Barnes, Bogut, Ezeli, Speights,...) y la llegada de varios veteranos con sueldos bajos, como David West, Zaza Pachulia o JaVale McGee, además de un par de rookies como Damian Jones o, sobretodo, Patrick McCaw, quién ha tenido un destacado papel en las recientes Finales de la NBA.

La última pieza de la plantilla de los Warriors campeones en este 2017 llegó en el mes de marzo de este mismo año y tiene detrás una interesante historia. Todo estaba listo para la llegada del base español José Manuel Calderón (ya había firmado e incluso tenía número y camiseta), pero una inoportuna lesión de Durant hizo que la dirección deportiva de Golden State optara finalmente por un viejo conocido: Matt Barnes, un veterano alero que ya había militado en la franquicia entre 2006 y 2008.

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