Antes que nada, el mariscal de campo de los Washington Redskins Donovan McNabb fue demasiado diplomático en su programa de radio semanal el pasado día martes. Aparte de decir que sentía "le habían faltado al respeto", por el modo en que el entrenador en jefe Mike Shanahan lo envió a la banca la semana pasada, pudo haber sido más hostil con sus opiniones. Como McNabb decidió no tomar ese camino, lo haré yo por él: Shanahan, según todas las indicaciones, ha perdido un paso como entrenador en jefe.
Aunque Rex Grossman jugó bien como reemplazo de McNabb en la derrota del pasado domingo por 33-30 ante Dallas, el mal manejo de todo el asunto por parte de Shanahan debe dejar a los observadores meneando la cabeza. Como lo reveló McNabb, no se enteró de que había sido degradado hasta tercer mariscal hasta que Shanahan informó a los reporteros el viernes.
Lo que debió haber sido doloroso para el mariscal de campo, es que fue la segunda vez en que Shanahan lo emboscaba. El primer incidente ocurrió cuando Shanahan reemplazó a McNabb con Grossman para los dos minutos finales de una derrota por 37-25 ante los Detroit Lions. Shanahan ofrecería más tarde dos explicaciones diferentes por la decisión.
Uno no comete esa clase de errores con jugadores tan distinguidos como McNabb. Pese a su nivel decepcionante este año --ha lanzado 14 pases de touchdown y 15 intercepciones a lo largo de 13 inicios-- aún merece el respeto de ser informado con oportunidad. Ha jugado 12 temporadas de NFL y jugado en seis Pro Bowls. No es como si Shanahan estuviera dándole la espalda a Heath Shuler.
Y sin embargo, aquí está el por qué es tan enigmática la conducta de Shanahan. Se trata de un hombre que supuestamente es reconocido por su habilidad para trabajar con mariscales de campo, ¿y así es como trata al estelar que los Redskins adquirieron en un canje sonado el pasado mes de abril? Shanahan demostró más atenciones con talentos menores como Brian Griese y Jake Plummer durante sus días en Denver. Por lo menos, pudo haber anticipado la situación vergonzosa que creaba para un mariscal de campo que ha lidiado con suficientes momentos incómodos a lo largo de su carrera.
De hecho, todo el episodio crea la impresión de que hay algo más tras bastidores. Por mucho que McNabb haya intentado asegurar que su relación con Shanahan no está permanentemente dañada, ese comentario debía haber estar acompañado por una efecto de risas en el fondo. No hay modo posible de que un mariscal de campo titular pueda confiar en un entrenador en jefe que: 1) lo ha enterrado dos veces en un periodo de tres meses, y 2) se rehúsa a garantizarle un lugar en la plantilla para la siguiente temporada. En este punto, es impensable suponer que ellos puedan intercambiar regalos navideños en los próximos días.
Como me dijo un ejecutivo de la liga a principios de la temporada, el peor error de Shanahan fue no aceptar a McNabb por lo que es. Andy Reid moldeó su ofensiva en Philadelphia alrededor del hecho de que McNabb era más habilidoso como pasador profundo y como un improvisador. McNabb nunca fue un mariscal de campo preciso que brillara en el sistema de la Costa Oeste, y eso parece ser lo que quiere Shanahan.
"Mike debió haber permitido a Donovan ser quien es", declaró el ejecutivo. "Eso funcionó en Philadelphia".
Lo que hace tan cuestionables las acciones de Shanahan es que vienen durante una temporada en la que ha estado en guerra con el tackle defensivo Albert Haynesworth. Claro está, Haynesworth ha hecho absolutamente nada para ayudar su imagen este año, pero el modo en que Shanahan ha lidiado con el problema desde el campamento de entrenamiento parece excesivo. Al obligar a Haynesworth pasar ocho días tratando de aprobar un examen de acondicionamiento físico, el entrenador hizo más para crear una distracción que corregir al niño problema. Todo el mensaje de Shanahan durante ese periodo de tiempo era para demostrar que podía hacer caer el martillo sobre quien fuera... y que no tenía problemas para usarlo maliciosamente.
Fue la clase de actitud que gana puntos con el público cuando se trata de un necio liniero defensivo con un historial problemático. Es un poco diferente cuando se habla de un mariscal de campo que fue adquirido para liderar a tu equipo. Al tratar a McNabb de esa manera, Shanahan generó toda clase de dudas respecto al nivel de confianza que otros jugadores deben tenerle. La creencia en ese vestidor debe ser que si puede sucederle a Donovan, entonces puede humillar a quien sea sin pensarlo dos veces.
No es el modo en que se administra a un equipo cuando tus dos anillos de Super Bowl llegaron gracias a un mariscal de campo del Salón de la Fama (John Elway) y un gran corredor (Terrell Davis). Podría hacer parecer a Shanahan como un tipo duro, pero la intimidación nunca fue su arma predilecta. Ganó partidos y se creó una reputación gracias a su intelecto. Fue el hombre que podía descubrir talentos escondidos como Ed McCaffrey y Rod Smith, y convertirlos en peligrosas armas en su ofensiva de alto octanaje.
Ahora Shanahan, quien está 5-9 en su primera campaña con los Redskins, es el tipo que intenta descifrar si Grossman aún tiene futuro. Ey, hay que reconocer al coach. Todos hemos visto suficiente fútbol americano como para saber un buen partido de Grossman (quien lanzó para 322 yardas y cuatro touchdowns ante los Cowboys) va a hacer olvidar a la gente del modo en que su carrera se cayó en Chicago, o que pasó un año como reserva en Houston antes de llegar a Washington. En todo caso, se convertirá en el nuevo pasador convertido a chivo expiatorio en una ciudad seguramente decepcionada de tantos fracasos bajo centro.
Shanahan no es el primer entrenador en jefe que piensa que puede hacer magia con la basura de alguien más. Sólo será el más reciente en descubrir que demasiado ego en el trabajo puede llevar a los entrenadores a lugares donde no quieren ir. Eso es porque McNabb probablemente estará jugando en algún otro lugar la próxima temporada. Y en ese punto, los aficionados de Washington se podrían estar preguntando si descubrir jugadores es realmente el único problema con el futuro de la franquicia.
Aunque Rex Grossman jugó bien como reemplazo de McNabb en la derrota del pasado domingo por 33-30 ante Dallas, el mal manejo de todo el asunto por parte de Shanahan debe dejar a los observadores meneando la cabeza. Como lo reveló McNabb, no se enteró de que había sido degradado hasta tercer mariscal hasta que Shanahan informó a los reporteros el viernes.
Lo que debió haber sido doloroso para el mariscal de campo, es que fue la segunda vez en que Shanahan lo emboscaba. El primer incidente ocurrió cuando Shanahan reemplazó a McNabb con Grossman para los dos minutos finales de una derrota por 37-25 ante los Detroit Lions. Shanahan ofrecería más tarde dos explicaciones diferentes por la decisión.
Uno no comete esa clase de errores con jugadores tan distinguidos como McNabb. Pese a su nivel decepcionante este año --ha lanzado 14 pases de touchdown y 15 intercepciones a lo largo de 13 inicios-- aún merece el respeto de ser informado con oportunidad. Ha jugado 12 temporadas de NFL y jugado en seis Pro Bowls. No es como si Shanahan estuviera dándole la espalda a Heath Shuler.
Y sin embargo, aquí está el por qué es tan enigmática la conducta de Shanahan. Se trata de un hombre que supuestamente es reconocido por su habilidad para trabajar con mariscales de campo, ¿y así es como trata al estelar que los Redskins adquirieron en un canje sonado el pasado mes de abril? Shanahan demostró más atenciones con talentos menores como Brian Griese y Jake Plummer durante sus días en Denver. Por lo menos, pudo haber anticipado la situación vergonzosa que creaba para un mariscal de campo que ha lidiado con suficientes momentos incómodos a lo largo de su carrera.
De hecho, todo el episodio crea la impresión de que hay algo más tras bastidores. Por mucho que McNabb haya intentado asegurar que su relación con Shanahan no está permanentemente dañada, ese comentario debía haber estar acompañado por una efecto de risas en el fondo. No hay modo posible de que un mariscal de campo titular pueda confiar en un entrenador en jefe que: 1) lo ha enterrado dos veces en un periodo de tres meses, y 2) se rehúsa a garantizarle un lugar en la plantilla para la siguiente temporada. En este punto, es impensable suponer que ellos puedan intercambiar regalos navideños en los próximos días.
Como me dijo un ejecutivo de la liga a principios de la temporada, el peor error de Shanahan fue no aceptar a McNabb por lo que es. Andy Reid moldeó su ofensiva en Philadelphia alrededor del hecho de que McNabb era más habilidoso como pasador profundo y como un improvisador. McNabb nunca fue un mariscal de campo preciso que brillara en el sistema de la Costa Oeste, y eso parece ser lo que quiere Shanahan.
"Mike debió haber permitido a Donovan ser quien es", declaró el ejecutivo. "Eso funcionó en Philadelphia".
Lo que hace tan cuestionables las acciones de Shanahan es que vienen durante una temporada en la que ha estado en guerra con el tackle defensivo Albert Haynesworth. Claro está, Haynesworth ha hecho absolutamente nada para ayudar su imagen este año, pero el modo en que Shanahan ha lidiado con el problema desde el campamento de entrenamiento parece excesivo. Al obligar a Haynesworth pasar ocho días tratando de aprobar un examen de acondicionamiento físico, el entrenador hizo más para crear una distracción que corregir al niño problema. Todo el mensaje de Shanahan durante ese periodo de tiempo era para demostrar que podía hacer caer el martillo sobre quien fuera... y que no tenía problemas para usarlo maliciosamente.
Fue la clase de actitud que gana puntos con el público cuando se trata de un necio liniero defensivo con un historial problemático. Es un poco diferente cuando se habla de un mariscal de campo que fue adquirido para liderar a tu equipo. Al tratar a McNabb de esa manera, Shanahan generó toda clase de dudas respecto al nivel de confianza que otros jugadores deben tenerle. La creencia en ese vestidor debe ser que si puede sucederle a Donovan, entonces puede humillar a quien sea sin pensarlo dos veces.
No es el modo en que se administra a un equipo cuando tus dos anillos de Super Bowl llegaron gracias a un mariscal de campo del Salón de la Fama (John Elway) y un gran corredor (Terrell Davis). Podría hacer parecer a Shanahan como un tipo duro, pero la intimidación nunca fue su arma predilecta. Ganó partidos y se creó una reputación gracias a su intelecto. Fue el hombre que podía descubrir talentos escondidos como Ed McCaffrey y Rod Smith, y convertirlos en peligrosas armas en su ofensiva de alto octanaje.
Ahora Shanahan, quien está 5-9 en su primera campaña con los Redskins, es el tipo que intenta descifrar si Grossman aún tiene futuro. Ey, hay que reconocer al coach. Todos hemos visto suficiente fútbol americano como para saber un buen partido de Grossman (quien lanzó para 322 yardas y cuatro touchdowns ante los Cowboys) va a hacer olvidar a la gente del modo en que su carrera se cayó en Chicago, o que pasó un año como reserva en Houston antes de llegar a Washington. En todo caso, se convertirá en el nuevo pasador convertido a chivo expiatorio en una ciudad seguramente decepcionada de tantos fracasos bajo centro.
Shanahan no es el primer entrenador en jefe que piensa que puede hacer magia con la basura de alguien más. Sólo será el más reciente en descubrir que demasiado ego en el trabajo puede llevar a los entrenadores a lugares donde no quieren ir. Eso es porque McNabb probablemente estará jugando en algún otro lugar la próxima temporada. Y en ese punto, los aficionados de Washington se podrían estar preguntando si descubrir jugadores es realmente el único problema con el futuro de la franquicia.
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