Como cada febrero, el Super Bowl trasciende a su propia esencia deportiva para convertirse en el mayor escaparate televisivo del año; hasta el punto que para muchos espectadores lo emocionante de la final de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) ocurre en los descansos.
Más de 111 millones de personas contemplaron en directo en 2012 la victoria de los Giants de Nueva York contra los Patriots de Nueva Inglaterra, una cifra récord que demuestra el interés que genera esta competición y su valor como plataforma comercial.
Cada edición, las marcas se disputan los minutos de oro publicitarios para promocionar sus productos, un fenómeno que, lejos de repeler a las audiencias, ha evolucionado hasta ser un espectáculo en sí mismo, una final paralela en la que está en juego el título del mejor anuncio y en la que el público y los críticos ejercen de jurado.
Hoy, sobre el césped del estadio Mercedes-Benz Superdome de Nueva Orleans, los Ravens de Baltimore y los 49ers de San Francisco, pelearán por la corona de campeón del Super Bowl XLVII. En las pantallas, Budweiser, Axe, Toyota y Coca-Cola, entre más de una treintena de compañías disputarán una batalla aparte.
Según la revista especializada en marketing Advertisting Age, CBS, cadena que emitirá el choque, ha vendido cada bloque de treinta segundos de publicidad entre 3,7 y 3,8 millones de dólares, más de lo conseguido por NBC en 2012, 3,5 millones de dólares por spot.
Entre los momentos más esperados de cada final de la NFL está la actuación musical en el descanso que en esta ocasión contará con la presentación de Beyoncé, quien en 2004 se encargó de cantar el himno antes del comienzo del partido.
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