Las principales ligas deportivas en los Estados Unidos tienen una relación interesante. En público cada una de ellas elogia a las otras infrecuentemente. Es normal, no quieren opacar su marca con otra ni distraer al mercado acerca de los bienes que presenta su producto.
Tras bastidores, sorprende la cantidad de lazos informales y formales entre ellas. En cada función de operaciones, los equivalentes se reúnen para compartir experiencias, opiniones y avances. Por eso me sorprende ver al segundo más importante ejecutivo de la liga admitir en público que el modelo de otra liga es admirable e imitable.
Recientemente, el vicecomisionado Adam Silver de la NBA fue entrevistado por el semanario Pórtland Tribune. Visitó a Portland para estar presente en un tributo a una causa benéfica en la que los Trailblazers están involucrados. El periodista Kerry Eggers estuvo presente y no desaprovechó la oportunidad.
El convenio colectivo entre la NBA y el sindicato de jugadores (NBAPA, por sus siglas en inglés) expira el 30 de junio. La NBA sugiere que la mayoría de sus equipos, dos tercios (o según Silver tres cuartos) de la liga pierden dinero anualmente. En el pasado, ese tipo de declaración hubiese hecho reír al sindicato, pero noticias que emergen de Sacramento, New Orleans y Charlotte sugieren que varias franquicias enfrentan aprietos económicos. La NBA comparte sus estados financieros con la NBAPA, quien no debate sus contenidos.
La NBA tiene un sistema desigual de repartición de ingresos. Por lo tanto, New Orleans, cuyo dueño le vendió el equipo a los otros 29 propietarios de franquicia de la liga, jamás podría aspirar a los $3 millardos (tres mil millones) que aseguran los Lakers por 20 años en su nuevo acuerdo televisivo con el sistema de cable TimeWarnerCable. Como si negociar un nuevo convenio colectivo con el sindicato no fuese un rotundo dolor de cabeza, los 29 dueños sostienen una negociación interna para cambiar el modelo de repartición de ganancias.
Según entiendo, los dos equipos más capaces de general ventas (Lakers y Knicks) no se oponen tajantemente a una repartición de bienes más equitativa, como uno pudiese anticipar. Lo que preocupa a los Dolans y Busses es que esa repartición de bienes le quite el incentivo a un equipo de mercado chico por exprimir el último centavo en ventas de su región.
Silver confirma que, aunque la liga tiene ingresos anuales de $4 millardos y sus niveles de televidencia en los Estados Unidos han crecido este año notablemente, el modelo de repartición de esos ingresos con el sindicato tiene que cambiar: "Gastamos demasiado en salario (a los jugadores), sin embargo, y bajo el actual convenio colectivo entregamos en 57 por ciento de nuestros ingresos a nuestros jugadores. Durante nuestra reunión en el Fin de semana de estrellas, les explicamos que hay buenas noticias para la liga en el frente económico, pero que el modelo en sí está roto y ningún negocio puede subsistir pagando más que lo que recibe. Si pagamos 57 por ciento de nuestras ventas, nos debe costar menos de 43 centavos por dólar general cada dólar en ventas y ese no es el caso."
La solución, como leerán en la próxima sección de esta nota a tres partes, es imitar a la NFL al instalar un tope salarial del cual los equipos no puedan sobrepasarse. Para que ese sistema funcione, la NBA tendría que adoptar elementos del modelo económico de la NFL que el sindicato resistiría a como diera lugar.
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