martes, 16 de noviembre de 2010

Los Spurs llevan un récord de 8-1 en NBA gracias a sus variantes ofensivas


Si hace unos años alguien hubiera afirmado en algún bar de San Antonio que el equipo de Gregg Popovich estaba destinado a ser un conjunto apoyado en el vértigo y la anotación, seguramente hubiera sido víctima de burlas por doquier.

Durante años, los Spurs han hecho de su cerrojo defensivo una marca registrada. Ajustar tuercas en defensa significaba ganar un boleto con el éxito como destino sin escalas. El funcionamiento en ataque no era la causa de las victorias sino la consecuencia de un buen ajuste sin pelota. Uno para todos y todos para uno.

El básquetbol del bien común.

Luego del título de 2007, se anticipó una serie de cambios en la franquicia texana. Tanto de jugadores como de planteo, porque la realidad era que equipos como los Boston Celtics o Los Angeles Lakers habían conseguido refuerzos de jerarquía y ya no era lo mismo. Se podía ganar defendiendo muchos partidos, pero una tendencia empezaba a ser moneda corriente: también se debía atacar para ser verdaderamente peligrosos.

Así llegó Richard Jefferson al equipo en la temporada pasada. Si bien Popovich jamás encontró un reemplazante natural para el perro de presa defensivo que era Bruce Bowen en el perímetro, las cartas estaban arriba de la mesa: un alero anotador iba a tomar el lugar de un hombre nacido para mutar en cancerbero.

"Su edad nos ayuda a hacer la transición de nuestro equipo en una nueva era", dijo el manager general R.C. Buford tras la llegada de Jefferson, allá por junio de 2009.

La temporada pasada sirvió para engendrar la idea, la actual puede significar el nacimiento de la misma.

Tim Duncan ya no es el jugador dominante de temporadas anteriores. No lo es ahora ni tampoco lo fue en la temporada que pasó. Los años no vienen solos y ya no puede quitarse como moscas los atrapes 2-1 como cuando tenía a David Robinson al lado. Simplemente es algo que sucede y sería poco racional no detectarlo a tiempo.

Popovich y sus asistentes lo empezaron a ver y tomaron cartas en el asunto. Ya no se podía inclinar todo el juego en Duncan y sus descargas para encontrar a un tirador sólo tenían sentido si la pelota llegaba a manos de Manu Ginóbili. El caso de Roger Mason y Michael Finley era sólo a cuentagotas, dependiendo siempre de qué tan inspirados estaban esa noche.

Jefferson -quien recién ahora está empezando a devolver algo de lo que generó su inversión- fue uno de los jugadores que llegaron para cambiar las cosas. Pero no el único. Se sumó a George Hill -quien también puede hacer las veces de defensor perimetral de excelencia-, James Anderson, Gary Neal y Matt Bonner como amenazas desde la tercera dimensión. También se conservó a Antonio McDyess, se desarrolló en grande a DeJuan Blair -su potencia para cargar al rebote ofensivo es envidiable- y se fichó a Tiago Splitter, aunque este último aún tiene mucho por aprender del ritmo NBA.

Ya no se puede recargar la defensa sobre Duncan por la simple razón de que los tiradores son una verdadera amenaza. No sólo eso: los Spurs están jugando un básquetbol veloz en transición gracias a la velocidad de Parker y Hill, y el acompañamiento cada vez más preciso de Jefferson y Ginóbili. Es un juego rápido pero rara vez desordenado.

Quiero compartir ahora algunos números que me han llamado poderosamente la atención. De los nueve partidos que jugaron los Spurs en esta campaña, ganaron ocho y en cuatro han superado los 115 puntos. Figuran terceros en toda la NBA en poderío ofensivo (108.9 puntos por encuentro), quintos en asistencias (23.4) y primeros en porcentaje de lanzamientos de tres puntos (44%).

Para algún desprevenido: ¡primeros en toda la NBA en porcentaje desde la tercera dimensión! Vaya dato.

Ahora bien, suena raro esto que decimos y también suena increíble al extremo que SA esté cediendo 101.1 puntos por aparición. No podemos negarlo.

De todos modos, el partido del domingo ante el Thunder habló un poco de cómo están jugando los Spurs. Se han convertido en un equipo de múltiples variantes (cuatro jugadores pasaron los dos dígitos en anotación, tres los 20 puntos), con una buena actitud en la pelea de balones (ganaron la batalla rebotera 45-36) y con capacidad de reacción para ajustar cuando hace falta (tras recibir 66 puntos en el primer tiempo, sólo sufrieron 14 unidades en el tercer cuarto).

Está claro que tener a Bonner con un 7-7 desde la tercera dimensión no es lo normal. Pero habla un poco de la confianza con la que está jugando este equipo al básquetbol y de la rotación efectiva del balón: casi todos los tiros de Big Red fueron limpios, sin defensores a la vista.

Pensemos lo siguiente: San Antonio anotó 115 puntos y Duncan sólo colaboró con seis y cuatro rebotes en 23 minutos. Fue la segunda vez en catorce temporadas que Timmy D jugó más de 20 minutos y no alcanzó dobles dígitos o cinco rebotes. La última vez había sido ante los Clippers el 8 de enero de 2009 (8 puntos y 4 rebotes en 31 minutos).

"Definitivamente tenemos múltiples armas en ofensiva y se hace muy difícil defendernos", dijo Bonner. "Todos hicieron un gran trabajo tras arrancar en baja en el primer cuarto y lo resolvimos con actitud y jugando duro".

No estamos diciendo que los Spurs estén listos para pelear nuevamente al título. Al menos todavía no. Equipos como Lakers, Celtics y Magic, por nombrar sólo tres casos, están todavía un paso encima de San Antonio. De todos modos, aquí la lectura es otra. Desde 2007, los fanáticos -y muchos analistas- se han cansado de decir que los Spurs estaban terminados, que había que meter todas las cartas en el mazo y barajar de nuevo.

Sin embargo, aquí están. El básquetbol del bien común sigue siendo su arma principal, pero se ha gestado un cambio de hábito a los ojos del público. Ahora es con la pelota en sus manos. En pocas palabras, los Spurs no se han perdido una aparición en playoffs desde aquel entonces y al día de la fecha lucen renovados. Tienen una nueva piel y, desde el silencio, vuelven a ser una amenaza.

Aprendamos a valorar el trabajo de la gerencia y el cuerpo técnico de SA.

Definitivamente, es gente que sabe lo que hace.

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