sábado, 4 de diciembre de 2010

LeBron James tuvo su mejor actuación con el Heat en Cleveland


Solía ser el rinconcito favorito de LeBron James en la NBA, el lugar adonde se sentía más seguro, más feliz y más en casa.

Es el espacio que hay justo adelante del banco de los Cavaliers y a lo largo de la línea de base. James ha pasado más momentos emotivos en ese lugar que en todos los gimnasios del país y del mundo.

Ha celebrado a innumerables grandes jugadores allí, flexionando sus músculos, sonriendo, o gruñendo de placer.

Allí ha bailado, y ha posado para fotografías falsas con sus compañeros.

Allí se ha sentado su hijo en el regazo. Ha abrazado a sus amigos y jefes que tenían abonos de temporada -- desde Jay-Z hasta Warren Buffett y Phil Knight.

Allí besó a su madre camino a los vestidores después de ganar el título de la Conferencia Este.

Y el jueves por la noche, en un crisol caliente y venenoso, fue tan sorprendente como comprensible que fuera allí donde encontró consuelo y refugio.

Justo frente al banco de los Cavs y en lo que han pasado a ser los asientos del propietario Dan Gilbert, James encontró el ritmo de JMV que se le venía escapando durante su estancia con el Miami Heat.

James estuvo magistral en su regreso a Cleveland durante la victoria del Heat sobre los Cavs por 118-90. Fue por lejos su mejor partido desde que llegó a Miami y tal vez una de las mejores actuaciones de su carrera en temporada regular, teniendo en cuenta la singularidad de las circunstancias.

Sencilla y extrañamente, James volvió a lucir como un Cav.

"Fue impresionante", dijo el entrenador del Heat, Erik Spoelstra. "Se necesita un jugador y una persona especial para ser capaz de responder a todo este escrutinio".

James respondió celebrando muchas de sus canastas, el regreso de su tiro en salto y las consecuencias de su decisión precisamente en su lugar favorito. Siguió disparo tras disparo en un tercer cuarto impresionante, durante el cual anotó 24 puntos en una vertiginosa seguidilla de 10 aciertos en 12 intentos. James gesticuló y gritó ante sus viejos compañeros. Hizo caras frente a los asientos de los propietarios mientras se pavoneaba por la cancha.

Es lo que siempre ha hecho, y, sin temor aparente a las represalias de un aturdido conjunto de Cavs, recayó en sus viejos hábitos. Cuanto más encendido estaba más demostrativo se ponía, corriendo frente al banco mientras meneaba la cabeza y rodaba los ojos.

Igual que en los viejos tiempos.

"Fueron siete grandes años aquí", dijo James después, disfrutando de su noche de 38 puntos. "Muchos recuerdos".

Un hecho que James no pareció recordar fue la última vez que estuvo en ese rincón. Sentado en el extremo del banco durante los últimos minutos de la humillante derrota de los Cavs ante los Celtics en el Juego 5 el pasado mes de mayo, él y Gilbert estaban a 10 pies de distancia pero nunca se miraron.

Ese juego fue uno de los peores de su carrera. Él y su equipo fracasaron en un escenario enorme, y James se terminó yendo de Cleveland.

El jueves no había tanto en juego como aquella vez, pero la presión se sintió igualmente intensa. Esta vez James tuvo un rendimiento estelar, lo que hizo que la celebración fuera aún más difícil de ver para los sensibilizados fans -- y tal vez para los jugadores de los Cavs.

"Conozco a esos muchachos, y hemos librado muchas batallas en la misma cancha", dijo James. "Así que fue divertido tener la oportunidad de jugar contra ellos".

Antes del partido, varios Cavs, entre ellos su ex amigo Mo Williams, rechazaron a James cuando éste intentó acercarse al banco para saludarlos. Durante la primera mitad, James se acercó al banco a hablar sólo para que varios jugadores lo ignoraran por completo.

Otros, como su amigo Daniel Gibson, hablaban con James como si fuera el 2009.

En el tercer cuarto, cuando James estaba en llamas y el juego se estaba saliendo de las manos, la única reacción vino de Anderson Varejao, quien quitó la vincha de la cabeza de James y la arrojó a un costado cuando James tuvo la osadía de volver nuevamente a su lugar favorito.

"Realmente no lo vi", dijo el entrenador de los Cavs, Byron Scott, tal vez intentando ser pragmático una noche en la que su equipo tuvo muchos otros problemas que atender. Resulta difícil creer que Scott, un veterano de las guerras Celtics-Lakers, pudiera avalar tal comportamiento.

"No estoy realmente preocupado por eso", dijo Scott. "Es lo que hace en la mayoría de los partidos".

Pero éste no fue un partido cualquiera. Fue uno de los momentos más exigentes en la joven carrera de James. Cleveland usó la noche para hablar con él. Al principio del juego, la multitud expresó su dolor en ondas de ruido con una energía nunca antes vista en el Quicken Loans Arena.

James respondió recordándoles lo que habían perdido, y lo hizo de la misma forma en que los había conquistado... hasta en los pocos metros que fueron el centro de sus días con los Cavs.

"Estoy satisfecho y feliz en este momento", dijo James. "Comprendo la frustración [de los fans]. Pero yo seguiré adelante".

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