sábado, 15 de enero de 2011

MLB Abudancia de mega contratos en el receso de invierno de las mayores

El martes, era Carlos González quien sonreía para las cámaras luego de firmar un contrato por siete años y $80 millones con los Rockies.

La semana pasada, era Adrián Beltré, probándose su nueva gorra de los Vigilantes después de acordar un contrato por cinco años y $80 millones con Texas que podría ascender a seis años y $96 millones si permanece saludable hasta ya pasados los 35 años de edad.

Troy Tulowitzki
Kelvin Kuo/US PresswireTulowitzki se ganará $157,75 millones por 10 años

Antes de eso, estuvo Cliff Lee, firmado por cinco años (y $120 millones) con los Filis. Y Jay Bruce acordó a una extensión de contrato por seis años (valorada en $51 millones) con los Rojos. Y Jayson Werth y Carl Crawford se forraron con contratos gigantescos como agentes libres por siete años con los Nacionales y los Medias Rojas, respectivamente.

Y además hubo la mega contratación del invierno -- Troy Tulowitzki añadiéndole seis años y $119 millones a los cuatro años y $38,75 millones que los Rockies ya le debían, para un gran total de $157,75 mega millones garantizados destinados para él en la próxima década.

Por si está haciendo el cálculo en casa, son siete laaaaargos contratos que se han firmado esta temporada baja, valorados en un total asombroso de $718 millones (o, si quiere incluir los 10 años de los dólares de Tulowitzki, $756,75 millones). Y sí, leyó eso bien. Son alrededor de tres cuartos de $1.000 millones -- para siete jugadores.

Pero esto es lo que usted de veras necesita saber sobre el receso salvaje y loco del 2010-11:

Los dólares no han sido siquiera la gran historia.

Son los años.

Y no solo para los peloteros grandes.

"Este año, se siente como que más jugadores están recibiendo ese año [adicional]", dijo el presidente de los Marlins, David Samson. "Los jugadores de un año consiguen dos. Los jugadores de dos años consiguen tres. Y los jugadores de tres y cuatro años reciben cinco o seis o siete".

Bueno, no es solo su imaginación. Es un hecho. En lo que va del invierno, hemos visto a 16 agentes libres firmar contratos por tres años o más -- el doble del número de acuerdos así de largos que durante todo el invierno pasado (ocho). Y esa cifra ni siquiera incluye el contrato de los Mellizos por tres años con el jugador de cuadro japonés Tsuyoshi Nishioka.

Ahora suponga que miramos todos los contratos multianuales (o sea, dos años o más) de este invierno. Encontramos que ya ha habido 36 acuerdos como esos para jugadores que se declararon agentes libres, tres más a jugadores non-tendered (Bobby Jenks, Matt Díaz y D.J. Carrasco) y un cuadragésimo para Nishioka. Hubo 26 tales contratos con agentes libres durante la temporada baja de 2009-10 completa. Y recuerde, podrían concretarse más convenios multianuales en las siguientes semanas para agentes libres como Carl Pavano y/o Brian Fuentes.

Así que este invierno producirá el mayor número de contratos multianuales, y el mayor número de contratos de tres años o más, de cualquier temporada baja en cuatro años. Y ese es un acontecimiento fascinante, ya que llega en un momento en que la economía nacional aún chisporrotea y los equipos podrían tener más información sobre los riesgos de contratos largos que en cualquier época de la historia.

Pero son esos contratos agrandados los que nos intrigan de verdad. ¿De qué se tratan? Echemos un vistazo detrás del razonamiento de algunos de estos acuerdos, examinemos cómo se comparan con los datos de riesgos y beneficios y evaluemos como mejor podamos lo que significa esta Locura Multianual:

El 7 de la suerte -- Crawford y Werth

Sabíamos a inicios de esta temporada baja que Crawford y Werth eran las dos piezas de precio más elevado en esta sala de agentes libres. Lo que casi nadie hubiera adivinado era que ambos firmarían por siete años.

¿Cuán raro fue eso? Para hallar la última vez que dos jugadores de posición agentes libres firmaron contratos de siete años o más en el mismo receso de temporada, hay que remontarse una década al 2000-01, cuando Alex Rodríguez firmó por 10 años y Manny Ramírez firmó por ocho años.

Carl Crawford
Elsa/Getty ImagesCarl Crawford firmó por siete años y $142 millones

Pero he aquí una advertencia para los Medias Rojas y los Nacionales: Si sus fichajes resultan igual de bien -- al menos en la hoja de estadísticas -- como los grandes espectáculos de A-Rod y Manny, deberían considerarse a sí mismos extremadamente afortunados.

Los contratos de Crawford y Werth son el 14° y 15° acuerdo de agente libre en la historia en cubrir seis años o más, y le garantizaron a los tipos que los firmaron al menos $100 millones -- y el 24° y 25° contrato a ese nivel entregado a cualquier jugador, agente libre o no. Es indudable que muy pocos de ellos han tenido un final feliz.

Nosotros analizamos los 13 contratos previos en ese grupo que han cumplido al menos cuatro años o se han cumplido por completo. Queríamos darle a cada temporada en esos contratos una calificación, así que usamos estos criterios arbitrarios:

Si un jugador de posición tuvo al menos 400 apariciones al plato y tuvo un OPS+ ajustado de al menos 125, según baseball-reference.com, le dimos crédito por una "temporada productiva". Para los lanzadores, el mínimo era al menos 20 salidas o (para relevistas) 50 apariciones -- con ERA+ ajustada de 125 o mejor.

Entonces, ¿cuáles fueron nuestros hallazgos? De los 13 contratos monstruosos que examinamos, habían solo tres donde el jugador tuvo una "temporada productiva" cada año del acuerdo: el contrato de A-Rod del 2001, el acuerdo de Manny del 2001 y el contrato por siete años de Albert Pujols en el 2004 con los Cardenales, que está por entrar a su año de opción.

Si se utilizan victorias por encima del reemplazo (WAR, por sus siglas en inglés) en lugar de OPS+ para Derek Jeter, él también podría estar en esa lista. Pero usted capta dónde vamos con esto. Cualquier equipo que reparte un contrato de ese tamaño, pensando que todo va a resultar fantástico, está viviendo en el país de sueños.

Pero al menos los Medias Rojas y los Nacionales parecen tener un sentido claro de qué es realista y qué no lo es.

"Tienes que aceptar el hecho de que el período final de estos contratos probablemente no será tan valioso como tú quisieras", el gerente general asistente de los Medias Rojas Ben Cherington dijo. "Tú estás básicamente pagando un arancel al final para conseguir producción importante en los años iniciales. Pero si esos años iniciales son a la edad de 29, 30, 31, 32, eso es más probable que si estás cayendo en los 32, 33, 34, 35 años en el período inicial".

Los Medias Rojas colocan más énfasis en conseguir tantos "años de apogeo" en acuerdos de largo plazo como sea posible. Y como ellos también están contemplando un segundo contrato a esta escala con Adrián González, parecen confiados de que están haciendo negocios con los dos jugadores apropiados. Ambos jugarán la próxima temporada con 29 años de edad. Por tanto, un acuerdo por siete años no llevaría a los dos jugadores más allá de los 35 años.

No obstante, no se están engañando a sí mismos de pensar que hasta los grandes jugadores a sus 30 y pocos siempre serán grandiosos, cada día de cada temporada.

"Tenemos que asumir que incluso en los años de apogeo de un jugador, habrán temporadas pobres", Cherington dijo. "Podrían haber algunos fenómenos que tengan temporadas grandiosas cada año. Pero la mayoría de los jugadores tendrán temporadas con un OPS de .800 en vez de .950. Pero cuando sucede a los 32, basado en cómo los jugadores maduran históricamente, te sientes más confiado de que ese tipo tiene una oportunidad de recuperarse y tener buenos años. Si ves ese descenso a los 35 ó 36, no existe tanta esperanza de que el jugador vaya a recuperarse".

En el caso de Werth, sin embargo, los Nacionales no están lidiando con un jugador de veintitantos años. Werth jugará el siguiente año a los 32, así que este contrato lo llevará hasta la edad de 38. Vamos a detallar los peligros de este tipo de acuerdos más adelante, pero no es como si el gerente general de los Nacionales Mike Rizzo está simplemente ignorando esos riesgos.

Rizzo ha dejado en claro que, en un mundo perfecto, él no estaría repartiendo contratos así de largos a un jugador de esta edad. Pero él está muy conciente de que ese no es el mundo en que trabaja.

"Sí, es un contrato largo, grande", Rizzo le dijo a Jerry Crasnick de ESPN.com el mes pasado. "Pero cuando estás en una posición como la de los Nacionales de Washington, a veces debes ofrecer un año adicional o algún dinero más para conseguir al jugador. Cuando estás [compitiendo] con los Medias Rojas y los Yankees y equipos que pueden ganar instantáneamente, a menudo tienes que ofrecerles más dinero o más años. Nos sentimos cómodos haciendo eso".

Algún día -- si Werth, Ryan Zimmerman, Stephen Strasburg y Bryce Harper elevan a los Nacionales a un lugar más noble, donde los convierta en un destino más atractivo -- a Rizzo le gustaría pensar que él no tendrá que pagar esos años y dólares adicionales. Pero lo cierto es que él no debería estar tan confiado de eso. Incluso los equipos elite pueden verse seducidos por la oportunidad de agregar una estrella a quien terminan haciéndole ofertas que jamás pensaron que harían. Aquí está la prueba …

Cliff caminando -- El acuerdo Lee

Había más de 60 abridores agentes libres en el mercado este invierno. Exactamente uno de ellos ha emergido con un contrato más largo de tres años.

De seguro no era Ryan Rowland-Smith.

El lanzador que se llevó esa súper lotería fue Cliff Lee, por supuesto.

¿Pero saben qué sorprende tanto sobre eso? No fue que Lee no fichó con los Yankees o Vigilantes. Ni siquiera que aceptó un contrato por cinco años con los Filis en lugar de ofertas de la competencia por seis o siete años.

Fue que el equipo que lo fichó tuvo que ignorar todas sus propias reglas sobre cuántos años de contrato le daría a cualquier lanzador -- fuera Cliff Lee o Cliff Clavin.

Desde la llegada de Pat Gillick a Filadelfia en 2005, los Filis le han sido fieles a la doctrina Gillick. Esta se resume más o menos así:

Jamás de los jamases contratar a un lanzador por más de tres años. La única excepción a esta regla es si le estás extendiendo contrato a un lanzador en el año final de su contrato actual. En ese caso, nunca le extiendas por más de tres años. Sin excepciones.

Pues por cinco años, los Filis no hicieron excepciones. Ni una. Ni siquiera para Roy Halladay, cuyo canje a Filadelfia casi se autodestruyó porque los Filis estaban tan firmes de que solo le añadirían tres años al viejo acuerdo de Halladay con Toronto.

Pero entonces se presentó Lee.

Y una vez los Filies comenzaron a degustar el potencial de ser dueños de una rotación posiblemente histórica con cuatro ases si ignoraban sus propias reglas, ya saben lo que aconteció.

Ellos ignoraron sus propias reglas.

¿Por qué? Porque esta era "una circunstancia especial", dijo el gerente general Rubén Amaro, hijo, el mes pasado. No hay muchas oportunidades en este deporte para ensamblar una rotación así de profunda y repleta de estrellas. Así que después de mucho, mucho, mucho debate, fueron Amaro, el presidente del equipo David Montgomery y hasta el mismo Gillick, quienes decidieron aprobar esta excepción porque, desde un punto de vista de puro béisbol, ellos concluyeron que era, según dijo el gerente general, "absolutamente la cosa correcta de hacer".

"Si estás hablando estrictamente de negocios, tal vez no lo sería", Amaro admitió. "Esto es demasiado importante para la organización, y pienso que era demasiado importante para el presente y el futuro de nuestra franquicia para no proseguir con ello".

Ah, pero ¿de veras es tan bueno para el "futuro" de la franquicia como este equipo prevé? Sin duda podemos decir que no todos los que hemos encuestado están convencidos.

"Nunca volveríamos a hacer algo así por un lanzador. Nunca", dijo un funcionario de un equipo que ha tenido más de una experiencia desastrosa con sus propios contratos largos con lanzadores. "Estoy seguro de que Dave Montgomery sabe que los años 'bajos' de ese acuerdo podrían ser bastante feos. No es que no corras riesgos con jugadores de posición, pero te corres un riesgo inmenso con los lanzadores. … Y ellos pagarán por eso".

Los directivos de otros equipos coincidieron.

"Ése es un acuerdo interesante", dijo un directivo de otro club. "Porque consiguieron un buen contrato comparado con la competencia, con lo que otros equipos estaban ofreciendo. Pero esa es la tormenta perfecta de los agentes libres. Puedes vencer a tu competencia … si eres un lugar a donde el tipo de verdad quiere ir y aún así terminar con un contrato que es extremadamente riesgoso".

¿Cuán riesgoso es? Lee es el sexto lanzador en la historia que firma un contrato por $100 millones. De los otros cinco, los primeros dos años (de un contrato por seis años) de CC Sabathia en Nueva York han ido de maravilla. Pero los otros cuatro -- Kevin Brown, Mike Hampton, Barry Zito y Johan Santana -- han aterrizado en algún punto entre plagados por lesión y pesadillas sin cesar. O ambos.

Ahora tomen en cuenta que Lee tendrá 32 años de edad cuando arroje su primer lanzamiento con los Filis y 37 cuando ese contrato llegue a la meta final. Esto le da pie perfectamente a una discusión de los peligros más grandes al otorgar contratos largos a jugadores en sus treinta y tantos. …

30 Rock -- Una pregunta antigua

¿Qué tienen en común Lee, Werth y Beltré últimamente? Todos sus contratos le garantizarán mucho dinero más allá de los 35 años -- Beltré hasta los 36, Lee hasta los 37 y Werth hasta los 38. Y en la era en que juegan, eso los ubica en su propia y única zona de peligro bajo la categoría de agentes libres.

Hace una década atrás -- antes de que aplicaran la mano dura contra los esteroides, anfetaminas y otras sustancias para mejorar el rendimiento (PED) -- no era un prospecto tan aterrador el comprometerse con un jugador mayor a los 35 años, o incluso en sus 40 y pocos. ¿Hoy en día? Da más miedo que un clásico de Stephen King. Considere que en el 2010 ningún bateador de 35 años o más (hasta la fecha del 1ro. de julio) logró nada de esto:

Conectar más de 25 jonrones

Impulsar 100 carreras

Tener un porcentaje de slugging de .500 (con al menos 400 apariciones al plato)

Tener un porcentaje de embasamiento (OBP) de .400 (con al menos 400 apariciones al plato)

Si se baja el límite de apariciones al plato a 300, podríamos mencionar a Jim Thome, quien tuvo porcentaje de slugging de .627 y porcentaje de embasamiento de .412 a los 39 años. Podríamos incluir a Ramírez, cuyo OBP fue de .409 a la edad de 38. Pero ninguno de estos tipos encaja ya en el molde del jugador común.

Entonces, para hallar el último jugador regular sin alegaciones de uso de esteroides que llegó al plato 400 veces y alcanzó todas esas cifras a la edad de 35 o más, hay que remontarse a Chipper Jones, quien lo hizo en el 2007 (a los 35). Los únicos dos jugadores que han llegado ahí en las últimas nueve temporadas, después de los 35 años (o sea, a los 36 o más), son Barry Bonds (dos veces) y Ramírez (en el 2008). Inserte aquí las notas al calce de PED que desee.

Ahora, ¿qué tal los lanzadores? El retrato no es mucho más pintoresco …

En el 2010, ningún abridor de 36 años o más ganó 15 partidos y tuvo una efectividad por debajo de 3.50.

El único abridor en ese grupo de edad que sí consiguió 15 victorias o más fue Derek Lowe (16, a los 37 años), pero tuvo una efectividad de 4.00 y ERA+ ajustada de 98, por debajo del promedio, según baseball-reference.com. Apenas un abridor en ese grupo de edad tuvo una efectividad por debajo de 3:50: Andy Pettitte (3.28, a la edad de 38), pero solo se mantuvo lo suficientemente saludable para realizar 21 aperturas. Y aunque se baje el umbral a los 35 años, el único abridor que ganó 15 juegos y tuvo una efectividad por debajo de 3.50 fue Chris Carpenter, quien cumplió 35 el pasado mes de abril, pero incluso él alcanzó la meta bajo una crisis (1-4, efectividad de 5.34 en sus últimas cinco salidas).

Entonces, ¿cuál es la moraleja de esta historia? No es complicada. En esta era, no hay decisión de negocios más precaria -- o decisión de béisbol -- que pueda tomar un equipo que garantizarle sueldos grandes a jugadores ya pasados de los 35 años, sin importar quiénes sean esos jugadores.

"Seré honesto, estar en la situación de San Luis ahora mismo con Albert Pujols, esa no es una posición en la cual yo quisiera estar jamás, donde estás enfrentando tener que llegar a un acuerdo largo, largo con un tipo que ya pasó de los 30 años", dijo un funcionario citado anteriormente. "Yo sé que suena descabellado, pero yo lo cambiaría o no lo firmaría si estuviera en esa posición".

En realidad, es fácil para él decir eso. Él no tiene que temerle a la ira de los aficionados de los Cardenales si no fichan al Caballero Albert. Pero eso nos trae al caso de un equipo dispuesto a darle la espalda a un contrato largo con un jugador que de veras quiere mantener dentro de sus filas. …

Valiente nuevo mundo -- El acuerdo Uggla

Dieciocho veces la próxima temporada, los Marlins de la Florida saldrán al terreno de juego y tendrán que mirar a uno de sus jugadores favoritos, Dan Uggla, sentado en la cueva contraria. Esa será la cueva de los Bravos, el equipo al que los Marlins canjearon a Uggla este invierno porque no quisieron darle una extensión de cinco años ya que se acercaba a la edad de 31 años.

Los Marlins le ofrecieron cuatro años y $48 millones para quedarse. El bando de Uggla no se conformaba con menos de cinco años. Así que los Marlins finalmente se rindieron, lo vendieron dentro de la división y vieron a los Bravos firmarlo por cinco años y $62 millones.

"Créanme, teníamos muchas presiones para ficharlo", dijo el presidente de los Marlins David Samson. "Él era un líder del equipo, nuestro líder jonronero, un jugador excelente. Pero cuando pones todos los elementos en la ecuación, se convierte en una situación donde simplemente no cedes. Y el resultado fue el resultado".

Y el resultado fue el resultado porque, para este equipo, la política de la empresa fue la política de la empresa. El único contrato más largo de cuatro años que los Marlins han concedido desde que el dueño Jeffrey Loria tomó cargo de la franquicia fue la extensión de seis años que le otorgaron a Hanley Ramírez -- a la edad de 24. Y eso ha sido todo.

En el caso de todos los demás, su filosofía estricta, dijo Samson, es "asignarle un valor a un jugador en años y dólares y no alejarse de él". El error más grande que puede cometer un equipo, él dijo, es "cuando te estiras más allá de esa línea, porque ahí es donde tienes que ir para finalizar un contrato. Nosotros no nos estiraremos hasta cruzar esa línea. … Pero siempre hay otro equipo que dibuja la línea de manera diferente".

Entonces, ¿gastarán los Marlins más dinero ahora que se encaminan a su nuevo parque de pelota en el 2012? Sí. ¿Cederán para cruzar la línea, especialmente para jugadores en sus treinta y tantos? No cuenten con ello, porque han llevado a cabo bastantes estudios sobre jugadores más viejos. Y no están inclinados a apostarle a nadie que esté rondando los 35 años, carísimo y con posibilidades de dar un bajo rendimiento. Ese es el tipo de jugador, dijo Samson, que "puede paralizar a un equipo".

"Solamente hay 30 personas irreemplazables en el béisbol", Samson dijo. "Y son los 30 propietarios. Siempre hay otro presidente de equipo. Siempre hay otro encargado de mercadeo. Y siempre hay otro jugador. Siempre".

Pues, puede haber algo de cierto en eso, pero solo hay cierto número de jugadores claves alrededor de quienes puedes construir un equipo. Solo pregúntenle a los nuevos despilfarradores, esos Rockies de Colorado. …

Que toques rock por mucho tiempo -- Los acuerdos Tulo y CarGo

El tercer bate tiene 25 años de edad y recién finalizó tercero en la votación para JMV en la Liga Nacional. El cuarto bate tiene 26 y acaba de terminar quinto en esa misma elección de JMV. Y he aquí otra cosa que ahora conocemos sobre González y Tulowitzki:

Ellos serán el corazón de los Rockies por mucho, mucho tiempo.

En el último mes y medio, los Rockies han hecho algo que solo los Yankees se supone que hagan -- amarrar a González por los siguientes siete años y a Tulowitzki por los próximos 10. Pero no es solo la duración de esos convenios lo que tiene a la industria zumbando. Es el hecho de que los Rockies no tenían que hacerlo -- porque, en teoría, ambos jugadores estaban bajo su control por otros cuatro años más.

Pero en la práctica, dijo el gerente general Dan O'Dowd, este era el único plazo verdadero para los Rockies realizar estos acuerdos. Cierto es, el viejo contrato de Tulowitzki contenía una opción que lo ataba hasta el 2014, pero si los Rockies no lo firmaban -- o no podían -- y decidían cambiarlo, cualquier trato hubiera anulado esa opción. Así que de hecho, O'Dowd dijo, "la ventana se estaba cerrando".

Y González es un cliente de Scott Boras, y por tanto pertenece a una especie que habitualmente nunca regala ningún año de agencia libre. Ni uno. Así que con un jugador así, aunque solo haya acumulado un año y 59 días de servicio en las Grandes Ligas, "tu única oportunidad para hacerlo es cuando está muy lejos de la agencia libre", dijo O'Dowd.

Ahora, $199 millones más tarde, estos dos tipos están muy lejos de la agencia libre. Pero, ¿esa es la buena noticia o la mala noticia? Hasta el gerente general que negoció el acuerdo dijo que reconoce que es ambas a la vez.

"Existe un riesgo", dijo O'Dowd. "Eso lo sabemos. He hablado con Tulo. Yo le dije que sabemos que hay años en que probablemente su rendimiento sobrepasará el contrato y años en que probablemente su rendimiento se quedará corto. Así que entramos con los ojos abiertos".

Es difícil discutir con el concepto aquí. O'Dowd dijo que los Rockies están "intentando comprar estabilidad". Y, gracias a las lecciones desafortunadas que acuerdos con agentes libres como Mike Hampton les han enseñado, ellos estaban convencidos de dos cosas: A) "Si estás tratando de construir continuidad", el gerente general dijo, "hazlo con un tipo en tu propio equipo, alguien conocido", y B) asegúrate que lo hagas con tipos que todavía van en ascenso hacia su apogeo.

"Hemos realizado todos los estudios sobre la regresión de destrezas por edad", dijo O'Dowd. "CarGo puede ser agente libre a los 32. El de Tulo se expira a sus 35, con una opción a los 36. Donde te topas con problemas es con tipos que se convierten en agentes libres a los 29, 30, 31 y entonces te comprometes a un contrato a largo plazo. Nosotros no queríamos hallarnos en una posición con Tulo donde él se convierte en agente libre a los 30 y quiere un contrato por ocho años, y ahora estás pagándole a un tipo hasta que cumpla 38 o 39. Eso no funcionará. Lo mismo con CarGo".

Entonces ésta fue una decisión analizada a fondo y minuciosamente estudiada y bien pensada hasta el último detalle. Aún así, esto sigue abierto a cuestionamientos incansables. Y estos cuestionamientos flotarán sobre Coors Field a lo largo de cada mala racha, cada lesión, cada fallo que tenga cualquiera de estos jugadores durante la vida de su contrato.

"Deben recordar que estos están completamente garantizados", dijo un escéptico. "Estos son acuerdos a largo plazo, garantizados. No es como el fútbol americano. … Cualquier acuerdo así de largo -- 10 años con Tulowitzki, siete años con Carlos González -- las probabilidades simplemente no están a tu favor. Esa es la realidad".

Por otro lado, como dijo O'Dowd, "Cada organización necesita estrellas alrededor de quienes construir". Y ahí, en siete palabras, es donde los contratos como estos nacen. Cada negocio necesita algo que vender. Da la casualidad que este es un negocio donde el producto que vendes es una propuesta muy cara -- y riesgosa -- en la que invertir. Y eso nos trae la máxima lección que hemos aprendido del más reciente brote de la Locura Multianual. Estos equipos conocen los peligros de los contratos que han repartido. Ellos han estudiado la investigación. Ellos han visto suficientes jugadores como Alfonso Soriano y Mike Hampton para reconocer que podrían llegar a arrepentirse de estos acuerdos.

Pero siempre habrá ocasiones en que simplemente no puedan resistir la tentación de tratar de alcanzar las estrellas -- sin importar si su conciencia y sus hojas de cálculo les dicen que si esa no es una buena idea o no.

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